La capacidad crítica merma en la sociedad cada vez más a causa de un inocente (o tal vez no tan inocente) juego. Yo le llamo el "todo el mundo es bueno".
(y no, no me estoy refiriendo a un reciente programa televisivo, cuya función era resaltar a personas que tengan capacidades características, más allá de su calidad).
Me voy a referir primero a las cuestiones artísticas, que es lo que me toca a mí más de cerca; pero si se sabe sacar la esencia de las ideas que voy a exponer tal vez pueda aplicarse a otros contextos.
El caso es que hay un hecho obvio que todo el mundo puede entender, por ejemplo: alguien muy inteligente tiene un valor social determinado porque la mayoría no lo son tanto cómo él. Si toda la gente fuese tan inteligente como esa persona, no se le consideraría nada extraordinario y por tanto su valor socio-cultural bajaría y se situaría en algo mediocre (sin dejar de ser igual de inteligente que era antes, ¡ojo!).
El problema viene cuando sucede lo contrario y el listón se baja a la mediocridad, y se le da demasiada importancia hasta el punto que una actividad que puede hacer cualquier persona se le llama arte, "artista". Y resulta que precisamente esa palabra significa todo lo contrario, ya que un artista verdaderamente es aquel capaz de hacer algo estéticamente logrado que muy pocos son capaces.
Hay que matizar que existen los verdaderos genios, y luego artistas secundarios, no es necesario que todo sea excelente, porque cada uno tiene sus capacidades, pero sí hay que exigirle un mínimo.
Es decir, que en mi opinión, toda aquella expresión por medio de una música, o un dibujo, o una escultura, etc. no es arte por sí sólo, debe tener un mínimo de coherencia. Un garabato que yo dibuje en un papel no es arte porque sí, lo es cuando es algo más que un garabato. Es complicado de explicar, ya que es un mundo subjetivo, muy relativo, y abstracto.