Vuelvo a escribir aquí, en mi pequeño rincón, después de algunas jornadas bastante convulsas (el que sabe por qué entiende a lo que me refiero).
Justo recuerdo ahora una frase que me dijo una amiga, que era: "Las personas entran y salen de nuestras vidas, y nos ayudan a ser como somos. Y esperamos que las buenas se queden. Pero a veces se van, se van sin más." (extraída de la serie británica "Life On Mars", muy recomendada por cierto)
Curioso porque precisamente atravieso un momento que se puede reflejar muy bien con esta frase. Ya me había pasado antes esto de perder a gente que consideraba buena y se me ha ido sin más (o sin menos, hay de todo), pero nunca me había construido una frase en mi mente como esta.
Me vienen a la memoria así varios casos. En particular resaltan en mi mente el de dos chicas, dos buenas amigas con las que compartí prácticamente casi dos años de mi vida al completo, y que un día ella, y 6 meses más tarde la otra, desaparecieron de mi vida, se borraron. No sé si por casualidades, de dejar el contacto poco a poco, de conocer a nueva gente que te lleva tu atención hacia otro lado, o simplemente porque ya se cansaron de mí.
La primera, me hizo sufrir mucho. Prácticamente estuve 3 meses intentando recuperarla, pero no pude a pesar de mis esfuerzos. La segunda ya pasé más del tema, porque pensé que si ella no quería saber más de mi, qué más da lo que yo intente. En las cosas de dos, no se juega si uno no quiere. En cualquier caso, espero saber algún día la causa, si es que está justificada, de su desaparición.
Pero no es exactamente eso lo que me pasa ahora, si no justo lo contrario. El hecho de ser yo quien desaparezca de otra/s vida/s a la que tal vez me consideren buena persona o importante. Esta vez, para variar de las otras, el motivo sí que lo sé.
Como digo a menudo, "maldito moralista" que soy, todas estas cosas siempre me cuestan una barbaridad de quitármelas de la cabeza, de no sentirme mal. Porque cuando algo se rompe, la gente dice que no es culpa de nadie, pero yo pienso que es culpa de todos los implicados (no de uno sólo), y al ser así, me es difícil perdonar, sobretodo a mi mismo y la parte de culpa que me toca.
El caso es que una vez ya mentalizado de que algo se acabó, creo que lo mejor es hacer desaparecer toda esperanza, porque por experiencia sé que ya nunca puede volver a ser lo mismo. Al no saber nada de la otra persona ni nada, perder la conexión, y sobre todo que la escisión siempre queda (más si los motivos son más fuertes o menos, evidentemente). Y claro, ¿para qué va uno a querer una sombra de algo? Una sombra de algo que un día fue real, y ahora sólo es algo con la misma forma, pero totalmente vacío de sentido, sólo una silueta. Yo no lo querría ni lo quiero. A mí me gustan las cosas claras, el chocolate espeso, la realidad en su máxima esencia, y las nebulosas para la hora de dormir.
En fin, será mejor que me vaya ya a hacer la comida, que el estómago me ruge, y mi hermana también jaja.
Simplemente, dejo aquí mis pensamientos, por si alguien los quiere aprovechar, aunque yo mismo escribí el artículo de
Siempre perdemos por miedo a perder y he pecado a sabiendas de lo que hacía.
Aún así, tal vez, dentro de mucho tiempo, cuando vuelva a leer esto, me acuerde de todo lo que relaciona a estos temas, y me ría, o llore, o no me acuerde, o siga arrepentido, o tal vez, en lo más profundo de mi esperanza (la que tengo inevitablemente aunque no quiera), todo se haya solucionado.
Pero para mi desgracia, de ilusiones, no se vive.
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ACTUALIZACIÓN 14-feb-2011: Al final sí que he averiguado los motivos por los cuales mis dos amigas se fueron, pero por suerte las estoy recuperando, aunque ya no como antes. Pero me siento más aliviado.