RECETA:
- Casualidad: Encontramos una semilla.
- Incerteza: Nos aseguramos de que sea una semilla válida.
- Ilusión: Plantamos la semilla.
- Rutina: Regamos la semilla cada día.
- Magia: Vemos como la planta crece.
- Entrega: Mimamos a la planta.
- Orgullo: Hemos logrado alcanzar el cariño a la planta paso a paso.
- Felicidad: Esa planta y toda su evolución nos da esa sensación indescriptible.
... esa sensación a la que nos acostumbramos a sentir... y que si desaparece lo vamos a sentir mucho más.
Ahí empieza todo, en saber que puedes perder a esa planta que tanto quieres, y sobretodo egoístamente a la felicidad que te da.
El miedo casi siempre es el enemigo. El que te pone nervioso en tus conciertos, exámenes, actos públicos, expresarte tal como eres.
El miedo hace que actúes como nunca actuarías, como no te gusta actuar. No eres el de siempre.
Por eso a veces tenemos esa paranoia de:
El miedo casi siempre es el enemigo. El que te pone nervioso en tus conciertos, exámenes, actos públicos, expresarte tal como eres.
El miedo hace que actúes como nunca actuarías, como no te gusta actuar. No eres el de siempre.
Por eso a veces tenemos esa paranoia de:
"Mi planta, mi bonita planta. Soy tan feliz de verla cada día, y verla crecer. Pero algún día puede que muera... o últimamente no tiene buen color... ¿qué le pasará? ¿Y qué me va a pasar a mí si pasa algo malo?"
Ahí es cuando empezamos a querer arreglarlo todo. Sin pensar que no es la realidad la que nos mueve sino nuestro miedo. Y el miedo siempre te labra un camino lleno de errores, de los que luego quieres arrepentirte. O de repente quieres echarle mucha agua, o la cambias de sitio a ver qué pasa, o le echas algo para protegerla de los bichos... Todo deteriora lo que ya tenías, pues aquella planta a la que tanto quieres no se hizo así.
Al final he llegado a la conclusión que lo mejor siempre es dejar fluir al río. No forzar nada, que todo ocurra como deba ocurrir. Si ha de morir esa planta, pues morirá, es el ciclo de la vida. Lo que está claro es que es preferible dejar que se desvanezca antes que destruirla por paranoia.
Al final he llegado a la conclusión que lo mejor siempre es dejar fluir al río. No forzar nada, que todo ocurra como deba ocurrir. Si ha de morir esa planta, pues morirá, es el ciclo de la vida. Lo que está claro es que es preferible dejar que se desvanezca antes que destruirla por paranoia.
Nota: para entender mejor todo, vuelve a leer el texto, pero esta vez sustituye "planta" y "semilla" por "amistad", "novi@", "herman@"... o simplemente por el nombre de la persona en la que pensaste cuando estabas leyendo.