06 agosto 2010

Impresiones de Viena

Los que me conocen ya saben que he estado de euro-viaje este año también, y los que no, pues ya se lo digo yo que he estado 10 días en Viena. Tras un viaje como éste vivido hace tres semanas a Austria, es necesario sacar algunas conclusiones.

Lo primero, Viena es una ciudad grandiosa, llena de monumentos de gente importante, de edificios representativos de la nobleza, una de las cunas artística y cultural de Europa se podría llamar.

Entrada del Schonbrunn
No es Madrid o Nueva York o París, sus calles son muchos más tranquilas. Esto se debe a su gran extensión sumado a la poca altura de sus edificios, que permite que la densidad de población no sea agobiante como en otras capitales cosmopolitas.

Estéticamente es un estándar de estilo neoclásico, que por lo que pude aprender durante mis visitas guiadas de museos y palacios se debe a la remodelación que el rey ordenó hacer coincidiendo con las fechas de este estilo artístico.


El transporte público, eso sí que era una maravilla. El metro era rapidísimo. Y tranvías habían muchos y cuando terminan su servicio, por las noches, siempre hay una línea nocturna de autobús que los sustituye. Además, no hay mucho control. La mayoría de veces puedes colarte sin ticket a cualquiera de las 3 cosas (aunque sí es cierto, estaría bien pagar, eso sería lo moralmente correcto), aunque te arriegas a que suba al tram o bus un "FahrKarten-Kontrolle" (así se llaman los eventuales controladores).

Sin duda hay muchos palacios (Hofburg, Schonbronn), edificios importantes (embajadas, ayuntamiento, congreso) y museos (Belvedere). No tanto así de locales de fiesta. No digo que la gente no vaya de fiesta, pero si lo comparas con España, que la fiesta para un joven es el elemento básico de vida, pues te quedas a medias. La zona de ocio estaba concentrada en el centro (el llamado Ring), con Pubs, alguna disco y bares.


Y me dejo lo mejor, el postre, para el final. Hablo de mis impresiones sobre la gente, pues lo más significativo de un lugar y cultura es su sociedad, ¿no?. La gente es muy cívica, confiada (seguramente con razón), eficaz, pero se les nota que son arios, cada uno con su asunto y no miran más allá de la ventana de su casa. Esto contrasta mucho con la mentalidad "cerrada" española. Sí, cerrada, porque en muchos lugares de Europa aún tienen la falsa creencia que en España somos superabiertos (quizás por nuestras festividades, que parecen muy "liberales" aunque de lo único que nos liberan es de trabajar ese día, propósito secundario), pero no es así, al contrario. En España todavía le sigue importando demasiado a la gente lo que haga el vecino, cuántos hijos tenga, con quien sale, si tiene dinero, etc. Y por lo que vi en Austria, la gente es mucho más simple con eso. Cada uno vive su vida, en armonía con el vecino y en colaboración si hace falta en alguna ocasión, pero sin ningún tipo de involucración. ¿Esto es mejor o peor? Pues en principio parece que de cara a la calidad de vida sin duda ganas mucha olvidándote de los demás (hablo de la gente "no-importante" en la vida de uno). Pero por otra parte, no tienen ese cariño, ese calor que tiene España. Recuerdo que una persona española afincada en Viena que en varias ocasiones nos acompañó, nos mencionó un hecho reciente en España, que era que un niño pequeño había caído en una piscina y otro de 4 años se lanzó al agua y lo salvó. Después añadió que allí, salvo el socorrista nadie se tiraría.
Son estilos diferentes de vida, y como las personas somos diferentes también, cada cual que escoja el que más le convenza.

Voy cerrando ya mi capítulo austriaco, que ya se va a hacer pesado de leer. Voy a terminar recordando que allí se habla alemán, por supuesto, aunque añadiendo algunas variantes propias. De tecnología y precios, no se van mucho más allá que lo que hay en España, con la pequeña diferencia de que ganan mucho más que aquí. Supongo que es el precio que pagamos en España por tener este clima tan envidiable, que ya quisieran los austriacos, de clima central extremo, con mucho frío de octubre a diciembre y de abril a junio, con mucho mucho frío entre enero y marzo; y mucho calor (doy fe de ello) entre junio y septiembre.

Y hasta aquí mis impresiones de esta impactante, cómoda y habitable (para mi gusto) capital de Austria. Ésto es todo lo que puedo hacer con un teclado y un alfabeto. Los que quieran llevar esta historia al cine en 3D, no duden en visitar Viena.

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