El silencio me asusta.
El silencio es oscuro, tétrico, tranquilo -la calma que precede al desastre quizá-.
Porque en silencio es cuando indagamos en cada recobeco de nuestra mente, y se acentúan los pensamientos, los recuerdos, los sentimientos, las sensaciones...
En silencio, te recuestas sobre tu cama... y recuerdas aquellas caricias, ese aliento recorriendo tu cuello, esas caras abobadas, ese gran éxito que ya se pasó, esas manos sintiendo, el dulce murmuro de esa voz, el sabor de esos labios, la foto en la que sonreías, aquel que te hizo daño, aquel que te lo dio todo (ambos inolvidables), lo que no puedes perdonar, lo que no quieres perdonar, la foto en que ya no reías...
Y de repente te das cuenta, que no puede ser, que ya está bien de pensar, de perderse en lo etéreo...
No temo tanto al silencio realmente. Sólo a mi mismo, y a mis dudas.
Ven al campo de batalla, que el silencio te deje desnudo, y enfréntate al más sigiloso enemigo en una batalla entre tú vida y tú.
¡Que gane el mejor!
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A.E.G.
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